Carta a la esperanza.

11 de agosto de 2009

Esperanza.

¿Crees que algún día podrías llevarme por el momento del tiempo?, y es que puede que no lo sepas, pero el ¿por qué? de la eternidad se ha esfumado en un instante de cohersión. Muchas personas se han puesto a decir que los sueños son el porque de que no funcione el mundo y entonces le han dicho a los niños que sonrían para ganar y no para amar.

Desde aquel viaje que comenzaste hace casi ya 11 años he intentado recordar tu rostro o tu aroma, pero hoy en día lo único que sé de ti, es la sensación de haberte perdido. Por 4105 días me dedique a decir que el amor era la sensación más estrecha a la muerte cuando amanece, sólo(solo) por tu ausencia, no escribo a tu nombre creyendo que contestarás, te hablo deseando que te encuentre.

Sabías que el mundo dejo de esperar, que los jóvenes se dedican al deber y los niños dibujan estrellas y lunas, según las formas del universo, no he podido preguntar a alguien qué sucedio... a veces pienso que el mundo que me enseñaste y dejaste que tocará se marchito al ver el aura en el destello boreal de la fe.

El engaño brumo ese ligero hilo de vaho trasparente del arcoiris que sembrabas al mirar la infancia y hoy Esperanza necesito que alguién conteste el por qué de ser diferente, pues he visto que las personas más puras se han entregado a lo que llaman amor y fueron defraudadas por la pasión, conocí a niños que eran los más grandes medicos del universo y se convirtieron en responsables de sus actos a los cuatro años, se olvidaron de soñar. Y el amor se volvío quimica y la quimica la ciencia de aquellos que se dedican a despertar.

Necesito, Esperanza que me enseñes el amor de ancianos, para poder saber que la vida sin tí puede esperar para que vuelvas, para que el universo vuelva a sentir, sin olvidarse de ellas, no te pido que me hablas, ni leerte.

Sabre que existes al escuchar la sonrisa de los niños (por soñar conmigo), al mirar(me) en los jóvenes por los momentos de comprensión y al ver que los amigos creen en el destino.

Con cariño.
Tu eterna amiga, La Fe.